Reseña de F. J. Díez de Revenga,
catedrático de Literatura de la Universidad de Murcia,
en el diario La Opinión (Murcia)
6-11-2021

LA INFANCIA Y LOS SENTIDOS, VIDA Y DESTINO

(Sobre el libro Si preguntan por mí, editorial Renacimiento, 2021)

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Juan Ramón Barat (Valencia, 1959), pero lorquino de adopción durante muchos años, acaba de publicar en Sevilla, Renacimiento (Calle del Aire) un nuevo libro de poesía después de más de una década de silencio desde aquel recordado La brújula ciega, de 2010. Tras una sólida trayectoria como poeta comprometido con la vida y su transcurrir ahora lo hallará el lector, en este libro, haciendo balance, desde la madurez, de una vida intensa y penetrando con sus versos en los rincones de la memoria que tratan por todos los medios de explicar el sentido y las claves de tantos años transcurridos, de tantas palabras poéticas escritas y ahora recuperadas a través de las lecturas de los clásicos de siempre para entender estas estancias de la vida en el momento presente que el poeta quiere mostrar a su lector. Y lo hace a través de cuatro secciones, muy similares en sus contenidos, pero enfocadas cada una de ellas hacia una vertiente de la vida evocada, lo que no puede extrañar al lector si advierte que esa primera estancia se titula El sol de la infancia y la cuarta, nada menos que El cuento de nunca acabar.
Deslizarse por el tiempo en el recreo de otro tiempo lejano pero reverdecido con intensidad en la memoria es lo que Barat logra desde el presente, para dotar de sentido y vida al pasado gracias a la memoria y al recuerdo. La infancia y los sentidos pero también la infancia y el despertar de los sentimientos que con su sensualidad súbita inesperada renacen en la memoria y se recrean indelebles aun a pesar del tiempo trascurrido, hasta llegar al mítico Estos días azules y este sol de la infancia machadiano. «A veces me pregunto / como puede caber en un alejandrino / el corazón de un hombre».
Y si de alejandrinos tratamos, de endecasílabos y heptasílabos se enriquece este libro de Barat en poemas de intensos ritmos bien acordados y conseguidos, indispensables para sustentar tantas reflexiones, tanta memoria y tantas recuperaciones vitales.
Confesarse seguidor de Antonio Machado el bueno −también Garcilaso de la Vega, Quevedo y Bécquer acudirán en ayuda del poeta− y revivir la infancia evocada es desde luego comulgar con sus palabras y su sana sabiduría vital. Porque lo que hace Barat ahora es escribir poemas a la escuálida luz de los recuerdos y reencontrarse en el pasado y redescubrir el pasado desde el presente, para buscar en la palabra el corazón de su significado y de su sentido.
Amor y geometría, segunda sección del libro reúne poemas de una vitalista sensualidad maravillosa, ya que el amor con su geometría de círculos y con su secreta liturgia del deseo comparece en estos versos porque el amor verdadero se engrandece y solidifica en la permanencia de aquellos gestos que lo hicieron eterno. Y sobre todo porque el amor hasta los tuétanos, como quería Quevedo, más de una vez evocado en este libro, es amor más allá de la muerte, como certeramente se sugiere ante el simbólico y metafórico forense que habrá de encontrar los vestigios del amor en todas las partes analizadas de un futuro más allá de la muerte. Para enseguida llegar a Barro solo, como titula el tercer sector del libro, que acoge tierra y sentido, vida y más vida y reflexiones que superan espacios de conformidad para comprometerse con un análisis vital distante y censurador.
Por sus libros poéticos anteriores sabíamos que Juan Ramón Barat era poeta elegíaco que sentía muy de cerca alguna de las inquietudes que forjaron el sentido de muchos de sus poemas: tiempo, muerte, destino… Por eso no es de extrañar que la última parte del libro vuelva sobre los que fueron asuntos angulares en su poesía anterior y podamos reencontrar al poeta comprometido con la existencia y alucinado ante esos motivos preocupantes. Y lo hallamos observando el círculo de la vida y reviviendo el consabido eterno retorno y comprendiendo en los gestos que los finales no lo serán todo, porque todo vuelve a renacer. Como si se tratase realmente de un cuento de nunca acabar. Para terminar el libro con un epitafio que, además de inscripción lapidaria, es un texto final metapoético muy confesional, porque en él descubrimos al escribidor que siente «el temblor / de la tinta / coagulado / como un escalofrío». Bienvenido sea por todo lo señalado este regreso a la poesía y este nuevo libro de un poeta tan singular como es Juan Ramón Barat, que, fiel a su estilo y a su propio idioma, ha sabido forjar un espléndido poemario muy acorde con los dramáticos tiempos que nos ha tocado vivir.