La extraña sincronía del azar
La poesía de J. R. Barat
SERGIO ARLANDIS
Universidad de Virgina, EE.UU.
La Opinión, Tenerife, 2008
El poeta valenciano Juan Ramón Barat (Borbotó, 1959) tiene una de las obras poéticas más importantes del actual panorama literario español. A su dilatada nómina de obras publicadas, cuyas primeras publicaciones ya datan de 1987, hay que añadir la vasta cantidad de premios literarios que acumula sin que esto mismo se haya convertido en excusa perfecta para romper la exquisitez de sus libros y la autenticidad de su voz poética en beneficio de lo circunstancial o de los méritos pasajeros.
En lo que va de siglo XXI, Juan Ramón Barat ha publicado un total de seis libros de poesía: los cuatro primeros los reunió en un solo volumen bajo el título El héroe absurdo. (Poesía reunida) editado en Hiperión en 2004; le seguirían Confesiones de un Saurio, Anaquel Poesía (2004), y Malas Compañías, editado por la Asociación de Escritores y Artistas Españoles en 2006. Más que hablar de evolución o de líneas de desarrollo en su trayectoria cabría hablar, en su lugar, de mundo poético cuya lógica resulta, cuanto menos, sorprendente, ya que demuestra una calidad formal y un equilibrio temático difícil de alcanzar pero, sobre todo, difícil de mantener con renovado tono libro tras libro, tal y como Barat consigue con inusitado éxito.
El héroe absurdo. (Poesía reunida) es un testamento cuya herencia, lejos de automerecerse dignidad, potestad o riqueza, nos lleva hacia la esencialización y la humildad. La aceptación del destino debe partir de la resignación, pero no de la rendición: se sabe que el destino juega un importante papel en contra del hombre y que los designios que nos tiene preparados no son nunca alentadores. Pero cabe resistir ante la tiranía del tiempo usando las armas del amor, de la compañía, e, incluso de la soledad o del reencuentro que propician las palabras en la escritura. El concepto de «héroe» se quiebra si nos ceñimos a su figura más firme y lo convertimos en absurdo objeto a merced del destino. Quitarle al hombre todo el peso de su esplendor es ridiculizar cualquier logro de su vida, como si siempre estuviera fuera de lugar dentro de una lógica que excede a su capacidad de raciocinio por la naturaleza caprichosa y cambiante de la realidad que le cerca.
Pero, precisamente, lo que resta tragicidad a esa historia que él mismo encarna es esa etiqueta desmitificadora «absurdo» que certifica la debilidad de lo humano frente a cualquier avatar del tiempo. Pues su poesía ahonda en el sentido de tan desigual lucha del hombre con la «tiranía implacable del azar» o la «insobornable lógica del tiempo». Es cuando, entonces, el poeta se debate si el camino de su vida es fruto de un error propio (las desdichas que uno acumula, las respuestas a las situaciones, etc.) o, por el contrario, es una imposición implícita que, dolorosamente, acaba ridiculizando los pasos que el hombre cree dar desde la libertad de su pensamiento o de su corazón. Visto así, El héroe absurdo. (Poesía reunida) se convierte en biografía de la derrota diaria que el ser humano sufre y que intenta descifrar mediante la escritura, aunque este tanteo sobre el conocimiento uno mismo sea, a veces, antesala de la elucubración y del desatino que produce el propio extravío: «los versos cuya estela conduce sin remedio / a la calamidad». Pero, a pesar de ello, es el camino que el alma precisa para buscar algún resquicio de verdad en todo lo vivido, en la experiencia de los sentidos, en la composición de la historia personal llamada irrevocablemente hacia el olvido. El libro, en su conjunto, muestra una perfecta simetría entre forma y fondo, pues al ritmo sutil, bien engarzado y sin ademanes de tecnicismos injustificados, encuentra una secuencia de figuras de una textura original, donde el lenguaje se viste de un nuevo vestido de gala aprovechando, sin embargo, la tela de lo cotidiano, las palabras que llegan al abismo de los labios en cualquier hora del día.
Confesiones de un Saurio trata darnos una perspectiva de esa misma contienda con el destino, pero esta vez desde la serenidad de los años, aunque también con la densidad que esa misma edad da a la palabra y al verso. Los poemas se adensan y el tiempo verbal se ajusta al pasado con cierta predominancia, como si lo que quedara por vivir estuviera inserto en la mirada de ese poeta (seguro de su lección de vida pero, al mismo tiempo, temeroso del último avatar preparado por el destino): «Cuando la noche vierte sobre él / la linaza eucarística del miedo». Es un libro elegíaco que busca mirar la vida con tono celebratorio, aunque desde el ángulo de la segura derrota que vendrá en un futuro. Ya en Malas compañías emerge, finalmente, una voz que, ante la celebración, se pregunta qué otras sorpresas o infortunios le deparará la vida: «Y apenas quedan sueños / para echar a la lumbre». La mala compañía es aquella que te infunde algún valor negativo sin que seas consciente de cómo su presencia te hace variar tu propio interior. Pero en su poesía esas malas compañías son, contrariamente, los seres queridos que, al marcharse tras la lucha intensa de su vida, nos han dejado ese dolor interior que nos han conducido al extravío de nuestro camino. De nuevo, pues, la sorpresa de su sentido. Sin duda, su obra abruma por el impacto de sus conjugaciones simbólicas que invitan a la lectura sin descanso, pues como versa un poema suyo: «Toma la rosa. / Estrújala sin miedo / contra la noche. / Y no cierres los ojos / cuando su luz estalle».
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En lo que va de siglo xxi, Juan Ramón Barat ha publicado un total de seis libros de poesía: los cuatro primeros los reunió en un solo volumen bajo el título El héroe absurdo; le seguirían Confesiones de un saurio y Malas compañías