LA CRIPTA NEGRA

1 ¿QUÉ HAREMOS ESTA TARDE? Hacía un mes largo que el nuevo curso había comenzado a caminar. El oto- ño se disolvía de modo imperceptible encenagado en suaves lluvias y vento- leras intermitentes de aire húmedo. Las clases seguían su ritmo habitual. Los profesores se dedicaban a hablar de lo humano y lo divino, a citar reseñas, artículos, autores y títulos de libros, que anotábamos minuciosamente, para luego contrastar de forma documental, comparar casos similares, analizar lo investigado y extraer con- clusiones que debíamos argumentar en acalorados debates públicos. Alicia y yo solíamos sentarnos en las primeras filas. Ella tomaba nota de todo sin protestar, en silencio, con una caligrafía envidiable. Sus apuntes eran limpios e inteligentes, porque tenía una capacidad especial para discriminar lo esencial de lo accesorio. Aquella mañana, yo trataba de seguir las explicaciones sin conse- guirlo del todo. Llevaba varios días durmiendo mal. Bostezaba mientras es- cribía y tomaba apuntes. De vez en cuando, Alicia me soltaba un codazo para que me espabilara. La mañana había terminado con la clase de Estructura de la Comuni- cación. El profesor Samuel Lahoz era uno de los mejores. Rondaría los cin- cuenta años y tenía un físico propio de un deportista. Llevaba el pelo un poco largo, vestía en plan desenfadado pero elegante y mezclaba la teoría con anécdotas divertidas, con lo que conseguía mantener despierto siempre al auditorio. Tenía un gran éxito entre las alumnas, sobre todo porque se ha- bía corrido la voz por los pasillos de la Universidad de que hacía dos años que se había separado de su mujer. 1

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